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Patient Stories

Historias de pacientes

Montaña rusa (aproximadamente 2 meses después de la cirugía)

Es increíble cómo la vida puede dar un vuelco de repente. Nunca había tenido ninguna molestia, ni arritmias, paros cardiacos ni nada similar, y aún así acabo de convertirme en paciente cardiaco. Entré en el hospital con una forma física estupenda y sin quejas, y salí con un S-ICD y un estado físico totalmente deteriorado. Perdí la confianza en mi cuerpo.

Si lo pienso de una manera lógica, debería sentirme feliz. Tengo mucha suerte de que en mi familia se haya detectado a tiempo que tenemos un defecto cardiaco genético con un alto riesgo de muerte. Por otro lado, también siento que he tenido mala suerte. Estoy conmocionado por la noticia y aún no me puedo creer que yo también padezca esa enfermedad. Si lo pienso de forma racional, me siento muy afortunado de poder contar con ayuda preventiva en algo que podría haber sido mortal para mí. Estoy a salvo y tuve la oportunidad de elegir entre un DAI “tradicional y el ”nuevo” sistema S-ICD. No tardé nada en decidirme. Soy deportista y aún soy lo suficientemente joven para someterme a unos cuantos “cambios de batería”. Por eso, las ventajas del sistema S-ICD me resultaron tan atractivas. No hay nada que penetre mi corazón y no tendré las complicaciones que normalmente están relacionadas con los cables transvenosos. Aunque no tuve ninguna duda, pensé que nunca me acostumbraría a tener un dispositivo tan grande en el costado izquierdo. También me preocupaban otras cosas, como si mi S-ICD se equivocaría cuando mi frecuencia cardiaca fuera alta mientras monto en bici. ¿Cómo le explico a mis hijos que lo de montar a caballito tendrá que retrasarse un tiempo? No quiero asustarlos (ni mucho menos decirles que tienen el riesgo de heredar mi defecto).

Es como una montaña rusa. Durante un momento no tienes nada de lo que preocuparte y al momento siguiente sales del hospital como paciente cardiaco, con un dispositivo que depende de una batería que tendrá que salvarte la vida cuando estés a punto de estirar la pata. Tengo sentimientos encontrados. Estoy contento de tener mi dispositivo, pero al mismo tiempo me cuesta aceptarlo y siento ansiedad por tener que depender de un aparato. Siento emociones que a los demás les resulta difícil entender y que yo mismo no esperaba sentir.

Subestimé por completo el impacto emocional que esto podría tener en mí. Para ser honesto, físicamente me siento mejor de lo que esperaba. No podía pasar sin mi medicación para el dolor durante la primera semana, pero después de dos semanas todo mejoró inesperadamente. En verdad, después de dos meses la zona es aún muy sensible al tacto (hay que decir que no es muy recomendable que se produzca una “colisión” con el dispositivo) y me duele mucho al dormir sobre el costado izquierdo. Además, cuando camino siento continuamente el sistema S-ICD, como si llevara una cartera bajo el brazo. Sin embargo, ya no me duele y en solo unas semanas podré volver a conducir un coche. Mi cardiólogo también me ha dicho que podré volver a practicar ejercicio en unas semanas. No puedo esperar, porque lo único que quiero es volver a ser el que era antes en la medida de lo posible.

 

Rob


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